Imaginemos por un segundo que ya tienes tu idea genial, a tus personajes perfectos, a esos secundarios que no acapararán la atención más de lo debido, que te has documentado sobre todo lo habido y por haber de lo que se hablará en tu historia, que has encontrado el tono adecuado...
Es hora de empezar a currar y para eso necesitas una rutina de trabajo que deber ser eso, una rutina.
De las cosas que más me costaron cuando decidí tomarme esto más o menos en serio fue acostumbrarme a esa rutina, es decir, lo de ponerme todos los días (o casi todos, que a veces incluso tengo vida social) a escribir o a trabajar algún aspecto de la historia en la que estoy trabajando, ya sea un relato, novela o incluso escribir esta entrada para el blog.
Es importante que, dentro de las capacidades y las circunstancias de cada uno, nos impongamos un horario y lo cumplamos a rajatabla. Se puede ser flexible, pero solo hasta cierto punto. Es decir: hoy no trabajo porque es mi cumple. Vale. Pero mañana no pongas otra excusa ni pasado otra diferente o es posible que jamás retomes lo que estabas haciendo, y si lo haces lo más probable es que hayas perdido el tono en el que lo estabas haciendo, se notara "el corte" (lo sé por experiencia).
Cuando yo escribo suelo escribir por lo general al menos 1500 palabras por sesión (alrededor de 2 horas o menos), a veces bastantes más, pero no suelo hacer más de una escena a no ser que sean muy cortas porque las sesiones muy largas hacen que se pierda perspectiva y detalle a la hora de escribir. Esto no tiene porqué valer para todo el mundo, yo escribo muy rápido y otra gente es más lenta, pero es una buena media de trabajo. Procura no eternizarte trabajando porque es probable que mucho de lo que hayas escrito no sirva después o lo tengas que ampliar pues falten, como te digo, detalles por culpa de la precipitación, ya que la atención ya no es la misma que cuando empezaste y estabas fresco como una lechuga.
Hazte un planning de trabajo si es necesario y si eres capaz de mantenerlo, date premios. El caso es que mantengas una disciplina que te haga llegar a tu meta.
También funcionan las fechas límite, que nos remiten a los plannings, disciplinas, etc pero si no eres capaz de mantenerlas, no te agobies, no tienes prisa (a no ser que seas un profesional) y lo importante es que estés satisfecho de tu trabajo.
Sobre las correcciones sobre la marcha, yo las desaconsejo, a no ser que sean meras revisiones ortotipográficas. Recuerda que tu historia está incompleta. ¿Qué corrección puedes hacer si apenas acabas de empezar? La corrección importante, la importante de verdad, la de coherencia de la historia, ritmo, etc viene al final, cuando ya has terminado el primer borrador. Ahí verás si tu historia funciona en todos los sentidos o si necesita cambios. Aunque recuerda que cuanto más hormigón lleve el esquema y la preparación previa menos probable es que el armazón sea débil, al menos en cuanto a lógica. Pero hablaremos de esto más adelante.
Nota mental: me estoy acordando de cuánto me quejaba yo de mi falta de disciplina y lo curranta que soy ahora... qué tiempos... Sin duda, la disciplina y el trabajo tienen su recompensa, como dicen las madres.
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