Alain me mira. Yo finjo no ver que me mira. Pero me mira. Y él sabe que no puedo evitar reaccionar cuando me mira.
Parece mentira que nos conozcamos desde hace ya... prefiero ni pensarlo, y sea incapaz de decirme un "tenemos que hablar". Sería sencillo, y cómodo, y normal. Pero no hay nada normal en Alain Panphile. Si fuera normal, no sería un Panphile, para empezar (y si habéis escuchado hablar de su familia, seguro que estamos todos de acuerdo).
-¿Qué pasa?
Él no responde, así que el asunto debe de ser serio.
-Alainnnnnn...
No sé si es por la "N" alargada a modo de amenaza, pero funciona. Alain se acerca y se sienta en una esquina de mi escritorio. Está demasiado cerca como para que le acierte bien con la grapadora, y lo sabe. Con el tiempo, ha perfeccionado ese tipo de cosas.
-¿No vas a hacer nada?
Miro a mi alrededor. No hay peligros a la vista, no arde la casa, Lorito no la ha liado en mucho tiempo...
-¿Hacer qué, cuándo, por qué? Y sobre todo, ¿ganaré algo haciéndolo?
Su sonrisa es diminuta. Le encanta cuando me pongo espiritual.
-23 de abril.
Me encojo de hombros. Ahora sé a qué se refiere. Por algún motivo, es habitual (y casi obligatorio), que los autores celebremos ese día regalando libros, promocionando, firmando... en definitiva, cosas de escritores.
-Paso.
Alain enarca una ceja oscura. No parece contento. Pobrecito, él que creía haberme domado al fin, haberme convertido en una autora seria, de las que publican en editoriales de verdad y todo, se topa de vez en cuando con que no he cambiado en absoluto.
-No deberías pasar. Es algo de buen tono.
Mientras habla, mueve las manos como si me diera lecciones. A veces me pregunto qué vi en él para que todavía siga aquí y ni siquiera me plantee la idea de dejarle marchar.
-¿Y cuándo he hecho yo algo solo porque haya que hacerlo y sea "de buen tono"?
Imito su acento francés, lo cual le hace parecer todavía menos contento. Me temo que esto va a convertirse en una de esas charlas tipo "Las autoras de verdad son serias", "Las autoras de verdad se peinan", o "Las autoras de verdad no hacen lo que les sale del..." (bueno, esta última no la diría jamás Alain Panphile, pero solo imaginarle decirlo ya me hace feliz).
-Podrías ir empezando, petite. Dentro de poco vas a entrar en la edad adulta...
No me puedo creer que haya hecho un chiste con mi mi próximo cumpleaños. Ese maldito...
-Ya que hablamos de mi cumpleaños, espero que ya me hayas comprado algo bonito, o no te lo perdonaré.
De pronto, sonríe. Con "esa" sonrisa.
-Descuida, te gustará...
Se levanta de la mesa y se aleja. Lo tiene todo planeado y calculado al milímetro. Ahora me ha dejado sin defensas, pensando en qué puede consistir mi regalo. Maldito, maldito, maldito.
-Sería bonito hacer algo para el día del libro -dice, antes de salir del despacho.
Cojo la grapadora y la aprieto con cariño, aunque ya no tengo a quién tirársela. Odio pensar que pueda tener razón.
De todas formas, paso. No voy a hacer nada para el día del libro.
Nota mental: ¡¡¡Feliz día del libro!!!