—Con un
Panphile en mi vida ya he tenido bastante, y tus antecedentes son terribles.
Gracias, pero no, gracias.
Pascal hizo
un mohín con los labios que le hizo todavía más atractivo. Por unos segundos
estuve hasta a punto de olvidar que era rubio. Qué malo es tener un corazón
roto, que cualquier opción parece buena durante unos segundos, hasta el primo
malvado de tu ex.
—Olvidas que
yo soy el Panphile que merece la pena. Conmigo no tendrías sorpresas.
—Claro que
no, de ti ya sé todo lo malo. O no, pero prefiero no saberlo. Además, ¿qué
diría Alexia si tú también la dejas por mí? Esta vez no saldría viva, y
necesito sobrevivir para escribir libros llenos de odio y rencor hacia los
secretarios y los franceses en general.
Él suspiró y
siguió a lo suyo, dale que te dale con mis pies, pero me dio igual. A esas
alturas me había acostumbrado a su presencia y ya me daba igual que fuera un
espía. Total, ¿acaso había algo que espiar? Alain estaba con Moncho y, si
Alexia quería ir a buscarle, por mí tenía el camino libre.