Ahora que mi primera novela publicada con editorial lleva en el mercado una semana (y un día), he pensado que es hora de hacer una entrada sobre qué siento en estos gloriosos momentos (jajaja).
Cuando ya tienes una cierta trayectoria a tus espaldas, te gusta pensar que nada cambiará en tu vida, que es una historia más. Y, ¿sabéis qué? Que nada ha cambiado y que para mí es una historia más. A pesar de que, espero que fuera en broma, claro, ya he tenido que escuchar que si ahora soy famosa etc, da la casualidad de que no es mi primera historia en el top 100, y ni siquiera la que ha estado más arriba. De ahí tal vez que no me encuentre en un éxtasis supremo, ni dando saltos, ni dando la brasa por doquier, ni esperando reseñas ni comentarios que nunca he obtenido antes.
Y no es que no me alegre, todo lo contrario, yo esperaba sinceramente no solo que fuera bien, sino que se mantuviera la inercia de las historias anteriores, que han entrado en top y se han mantenido ahí durante semanas. Todos conocemos casos de autores que triunfaron por su cuenta y se dieron el batacazo al fichar por editorial. Yo me conformaba con mantener a parte de mis lectores, así que me doy por más que satisfecha, sobre todo si les gusta. Los comentarios y reseñas llegarán si tienen que venir, no es algo que me haya quitado nunca el sueño. Siempre he preferido el trato directo con los lectores.
Lo que más odiaría sería que la gente pensara que algo cambia porque mi historia salga por mi cuenta o bajo Ediciones B o Harlequín o quien sea. Todas mis historias nacen, crecen y se reproducen de la misma forma (como bichos), sin pensar en su destino final.
De todas formas, me gustaría dar las gracias a los que me han seguido desde siempre y a los nuevos. Aguantarme es una dura tarea, lo sé bien jajaja.
Básicamente, estamos felices en Casa Grey. Y ahora mismo Alain vuelve a convulsionar...