miércoles, 28 de agosto de 2013

EL SECRETARIO 10: CINCO MINUTOS

Le espero sentada frente a la puerta, como los polis de las películas negras del año de la polka. Casi da un saltito al verme de la impresión. Seguro que es por mi "mirada que da miedo". Causa ese efecto en la gente, especialmente entre los hombres. Desde mi adolescencia he visto retroceder literalmente ante mí de pavor a hombres hechos y derechos. Es divertido.
-Tienes exactamente cinco minutos para recoger todas tus cosas. Quiero que salgas de mi casa y de mi vida a la de ya.
Parpadea como un búho, dos veces. Parece desconcertado por primera vez desde que le conozco. Casi me da pena. Casi. Pero de pronto me vienen a la cabeza las palabras de mi Archi: ella lo mandó aquí para espiarme, hacerme la vida imposible o vete a saber qué. Si quiere recuperarle, es todo suyo.
-Señorita Grey...
Levanto una mano para acallarle.
-Cuatro minutos. Tic-tac.
Aprieta los labios y sus ojos se entrecierran, pero no se mueve, parece esperar una explicación. Magnánima, estoy dispuesta a dársela.
-Hoy han llamado preguntando por ti. Al parecer tu antigua jefa te espera con los brazos, y a saber qué más, abiertos.
Sus ojos se entrecierran todavía más y palidece. ¿Por saberse descubierto?
-Arwen...
No me quedo a escuchar más. En ese momento ni siquiera me doy cuenta de que es la primera vez que me llama por mi nombre de pila.
-Cuando vuelva no quiero verte. Ni qué decir tiene que te ingresaré tu sueldo íntegro. Si hay algo que no se puede negar de ti es que trabajas bien. Lo de la fidelidad es otro cantar.
Voy a la cocina a prepararme un té, lo que sea para mantener las manos ocupadas. En el despacho no se escucha absolutamente nada, aunque sé que él obedecerá. Es un buen soldado, aunque no el mío. Una vez descubierto, ya no pinta nada aquí.
Cuando se cumplen los cinco minutos exactos en el reloj, escucho la puerta de la cerrarse, dejando un silencio apabullante en la casa, como si se hubiera llevado todo el sonido con él, toda la vida.
Sonrío, pero es una mueca de insatisfacción, aquí no ha ganado nadie salvo mi Archi... y eso sí que me jode.

domingo, 25 de agosto de 2013

EL SECRETARIO 9: LA LLAMADA

Yo había decidido tomármelo con calma... Pero estaréis de acuerdo conmigo en que a veces, sencillamente, no se puede.
Me había convencido a mí misma de que lo mejor sería esperar y vigilar en silencio a que algo sucediera, algo que confirmase mis sospechas. No puedo echarle así como así, porque primero sería un despido improcedente, con todo lo que eso conlleva, y segundo porque igual es inocente.
¡No os riáis!
¡Todo el mundo merece el beneficio de la duda!
Vale que es un pedante, un manipulador, un estirado, un chantajista, y a saber cuántas cosas más... pero trabaja taaaan bien (eso no se le puede negar): pulcro, cuidadoso hasta el asco, despiadado (a veces hace falta serlo, es así), y bueno, educado, eso tampoco está mal.
La llamada de teléfono se llevó por tierra toda mi serena calma, y es que mi paciencia y mi ánimo civilizado tiene un límite, sobre todo cuando llama...
-¿Alain, querido?
La voz, empalagosa, con un acento que rezumaba azúcar y otras sustancias menos dulces pero igualmente pegajosas, me estremeció en cuanto levanté el auricular.
-Ha salido -respondí, quizás más seca de lo que hubiera pretendido, pero es que no puedo, no puedo, NO PUEDO  con ella.
-¡Ohhhh, qué lástima! -respondió mi Archi, pues era ella, cómo no. Pude imaginármela, haciendo un puchero, tirada en un diván color rosa chicle, hinchándose a bombones, algo que no le hacía bien a su también hinchado trasero-. ¿Volverá pronto?
-No sabría decirte. Le diré que te llame -dije, tratando de cortar por lo sano, antes de que me diera una hipoglucemia o me reventara la vena del cuello.
Pero ella tenía otros planes. Su tono cambió de pronto, perdiendo parte (o toda) su dulzura.
-¿Qué tal te va todo, pequeña? No me castigues mucho con tus cositas a mi Alain, que lo quiero de regreso sano y salvo.
Mi mano colgó el teléfono antes de saber lo que estaba haciendo. Lo que más me fastidiaba era que sabía que en ese momento la muy capulla tendría una sonrisa de triunfo en su rostro de superestrella y yo me quería subir por las paredes de rabia mientras lo que había querido decir me reventaba en la cabeza.
-No te preocupes, querida -murmuré para mí con los dientes apretados-, la única marca que le dejaré será la marca de mi zapatito en su lindo trasero.

miércoles, 21 de agosto de 2013

EL SECRETARIO 8: LA CALMA QUE PRECEDE LA TORMENTA

Como soy una mujer impulsiva, por una vez decidí probar el viejo truco de contar hasta 10 antes de montar un pollo, solo que en mi caso necesité contar hasta 15000, perdiendo la cuenta varias veces y teniendo que volver a empezar, porque cada vez que recordaba la sonrisa de Alain en la foto me sulfuraba (¡Oh, sí, sonreía! ¿No lo he dicho? Pues estaba sonriendo).
Para cuando él regresó de la cocina, o de donde diantres estuviera, yo había recuperado una apariencia de calma, totalmente ficticia, había regresado a mi silla y tecleaba furiosamente. Ni siquiera alcé la vista cuando él dejó una taza de té, preparada como a mí me gusta, en mi taza favorita, con una magdalena de chocolate encima, el muy... dejando bien a las claras que conoce (casi) todas mis debilidades.
-Merci. Je t´adore -respondí en mi perfecto acento francés de Reims, sin poder evitarlo.
Él se quedó paralizado y tardó unos instantes en encontrar su silla con el culo, como si le hubiera pillado de improviso. 
Y de pronto vio la foto. No hizo amago de cogerla ni de comentar nada. Siguió trabajando como si nada, quizás esperando que fuera yo la que dijera algo sobre el asunto.
Pero no. Os parecerá extraño en mí, pero he decidido ser prudente por una vez en mi vida. Voy a esperar. Quiero saber qué hace aquí, por qué vino a mí, por qué me eligió. Porque está claro a estas alturas que no fui yo quien le eligió a él...
Por cierto, creo que a él también le he sorprendido, seguro que se esperaba una escenita por mi parte. En fin, hasta Arwen Grey se porta como una autora madura de vez en cuando, ¿quién lo iba a decir? (Aunque eso no quita que sienta unas ganas tremendas de estrangularle, que nadie se entere...)

domingo, 18 de agosto de 2013

EL SECRETARIO 7: ELLA...

Yo trabajaba... es algo que hago mucho últimamente.
Estaba en Reims, con George y Soline. Los Madison de toda la vida son algo así como mis chicos favoritos, así que algo muy gordo tuvo que pasar para romper mi concentración.
Visto en perspectiva, creo que fue el principio de algo que no sé cómo terminará, pero que, en cierto modo, ha venido a confirmar mis sospechas de que Alain Panphile no es quien parece. 
En fin, yo trabajaba...
Alain rondaba por allí, haciendo lo que él hace y que hace tan bien. Él no es torpe. Simplemente no le pegaría. Sería como ponerle a un santo dos pistolas, no computa. Sin embargo, se le cayó la carpeta con  todos los papeles que llevaba, haciendo que se esparcieran por el suelo. Yo hice amago de levantarme para recogerlos, pero alzó una mano para impedirlo. Lo recogió todo y dejó el despacho, rumbo a la cocina, quizá para prepararse un café. Últimamente pasa mucho tiempo allí, aunque creo que más bien debería decir que pasa mucho tiempo lejos de mí.
Yo trataba de recuperar mi concentración para trabajar... y de pronto lo vi.
Era un objeto pequeño, rectangular, blanquecino... Vale, era una foto dada la vuelta.
No soy cotilla. Nunca lo he sido, pero algo me impulsó a levantarme de mi cómoda silla para recoger la foto y dejarla sobre la mesa, boca abajo, sin  mirarla, por supuesto. Sin embargo, las palabras escritas al dorso llamaron a mis ojos como cantos de sirena, las muy...

"Como dice la canción "Sin ti no soy nada", gracias por todo lo que hiciste por mí. Ye tadorrrrr."
Firmado, XXXXX

Debo reconocerlo, casi me da un pasmo al girar la foto (por no hablar de la frase en francés mal escrita) y confirmar que la XXXX que firmaba era la misma que yo conocía: la Archiautora, la Archiventas, la Archiromántica, la Architodo, y sobre todas las cosas, MI ARCHIENEMIGA.
No podía ser. Empecé a hiperventilar. Me estaba ahogando. Iba a empezar a echar humo por las orejas de un momento a otro.
O mejor, lo iba a matar...
Eso de: "La he investigado, señorita Grey"... Ahora cobraba un nuevo y negro sentido.
Nubes de tormenta se arremolinaron sobre mi cabeza y pronto estallarían sobre mi despacho. Con un poco de suerte los rayos le caerían todos a Alain.


miércoles, 14 de agosto de 2013

EL SECRETARIO 6: HALCONES

Yo estoy trabajando. 
Alain se encarga de que así sea. 
Es como la señorita Rottenmeyer, en cuanto me disperso me mira como si estuviera cometiendo un crimen, no entiende que la gente, al menos la gente normal (no como él), necesita respirar, tomarse un té, que le dé el aire... al menos de vez en cuando. Él dice que debo atender a mis fans, "a la demanda". De hecho, su teoría de que mis libros hayan bajado de ventas y ya no estén en el top 100 de Amazon es esa, que no hago publi, que soy vaga hasta para eso (eso no se lo voy a negar, odio hacer publi, como todo el que me conozca un poco sabrá a estas alturas). 
Tiene teorías para todo este hombre, y en todas ellas salgo perdiendo.
Así que aquí estoy, trabajando, o haciendo que trabajo, porque en realidad lo observo. Y sé que él me observa. Somos como halcones, cada uno en su rincón, observándonos. 
Yo le observo porque siento que hay algo raro en esta situación. Y sé que lo hay desde el principio, desde el primer instante en que entró en mi vida, diciendo que me había investigado, y conmigo cayendo en ese ridículo chantaje para contratarle, pero yo diría que la cosa va a peor.
Y él me observa para... ¿para controlarme? ¿Porque le divierte sacarme fallos, intentar enmendarme?
No negaré que algunas de sus ideas son buenas, y es que Alain es bueno en lo suyo, pero es... inquietante.
Por lo pronto, nos observamos.

domingo, 11 de agosto de 2013

EL SECRETARIO 5: MARY...

Alain es Mary Poppins. Una Mary Poppins francesa y de sexo masculino. Todavía no sé si canta y vuela con un paraguas enorme.
Lo he descubierto esta mañana mientras me tomaba el primer té de la mañana.
Pensadlo conmigo, todas las pistas están ahí.
1)      Llegó después de que yo escribiera un anuncio y es simplemente perfecto en todo.
2)      Me suelta lecciones a la mínima, sin que yo se las pida, y de un modo nada sutil.
Y la más importante de todas, la pista definitiva:
3)      ALAIN QUIERE CAMBIARME.
Este descubrimiento me ha tenido paralizada durante media mañana. Él me ha mirado con esa indulgencia tan propia de él. Lo más probable es que haya pensado que he tenido uno de mis flash de inspiración. Nada más lejos de la realidad: planeo un modo de desenmascararle.

¡Vale, valeeeeee! Mary era una buena chica, que lo dejaba todo mucho mejor a su partida que cuando llegó, y a mí me encanta la peli, soy de las que cantan las canciones a voz en grito, pero no me gusta que nadie intente cambiarme.
Otra opción es que todo sean imaginaciones mías y él simplemente sea una de esas personas cuyo afán es buscar todas las faltas del prójimo. En ese caso ya no sería Mary, sino… ¿la señora Bennett? ¡Por favor, que tenga compasión de mis pobres nervios!
Cuando pasa esta vez junto a mi oficina, me encuentra riéndome a carcajadas. Parece más preocupado por mi salud mental que de costumbre.

A veces me da pena.

miércoles, 7 de agosto de 2013

EL SECRETARIO 4: ALAIN Y "LA IMAGEN"...

-Imagen –dijo, y se quedó tan ancho.
Yo estaba escribiendo y tardé un momento en comprender que me estaba hablando. La verdad sea dicha, me habla pocas veces a no ser que yo le hable primero. Es como si no tuviera nunca nada que decirme que no esté relacionado con el trabajo. Cuando hablamos siempre es de correcciones, novelas, relatos, ventas, informes, personajes…
Alain es mi secretario y nada más. No es el tipo de empleado que viene y te cuenta lo que ha hecho durante el fin de semana, y sé que si yo se lo contara, me dejaría hablando sola. Recordemos que ni siquiera quiere tomarse su café a mi lado mientras yo me tomo mi té. Es un snob y un elitista a la inversa.
-¿Disculpa? –pregunto al fin, tras poner el punto final en un párrafo. Todavía estoy sonriendo, porque lo que escribo ahora es divertido. Soy del tipo que se divierte escribiendo.
-Imagen –repite.
No tengo ni idea de lo que habla. A veces no sé si es porque es francés o qué, pero no hablamos el mismo idioma, a pesar de que él habla español mejor que la gran mayoría de los españoles.
Con un suspiro, se sienta en su silla, esa que ha colocado estratégicamente y permanece fija frente a mi mesa, esa que utiliza cuando se sienta con su portátil sobre las rodillas, con su propio cuaderno de notas o con mis manuscritos y su temible bolígrafo rojo de las erratas.
-Me refiero a eso que usted no tiene. Imagen.
Acabáramos. ¡Imagen!
Tengo la intención de no reírme en su cara aunque solo sea por respeto, pero al final se me escapa al menos una sonrisilla, no puedo evitarlo. Imagen, dice, el muy cachondo.
-¿Eres mi hada madrina, Alain Panphile? –me mosqueo de pronto al comprender lo que insinúa-. ¿No querrás decir que soy fea y que visto con el culo?
Lo veo achicar los ojos y fruncir los labios y presiento la tormenta.
Va a decir algo terrible.
Va a decir que soy fea.
-Físicamente es usted… pasable –lo dice como si masticara piedras, como si le costara un mundo admitirlo. Supongo que es lo más cercano a un elogio que recibiré, así que casi me conformo-. Ese pelo tan rojo es de todo menos elegante, y si al menos se peinara usted de vez en cuando, podría perdonarla… pero no se trata de eso. Se trata de su actitud hacia la literatura.
Aquí viene el sermón. Cree que lo hace por mi bien, pero no sé si se da cuenta de que tengo ganas de tirarle algo, para variar.
-¿Qué ocurre con mi actitud?
Él vacila un poco, pero sé que no lo hace por temor. Es más bien una pose, como para dar mayor efecto a sus palabras. El circo se perdió a un gran payaso cuando Alain entró a trabajar para mí.
-No es usted seria, señorita Grey.
Noto que mis labios se estiran en una sonrisa falsa. Soy una vaga, no soy seria… ¿lo próximo qué va a ser? ¿Plagio, ñoñismo irredento, o peor todavía, aburrimiento?
-El día que quiera ser como el resto del mundo, peinarme y parecer una dama de la romántica como las otras, te pediré tu opinión, Alain Panphile. Y ahora, lárgate, seguro que tienes cosas que hacer, como preparar tu próxima andanada tierra-aire…
No se va. Todavía tiene algo que decir. Gira la cabeza hacia un lado y una sonrisa diminuta, tan sutil que parece casi una ilusión, se dibuja en sus labios.
-Usted lo sabe tan bien como yo. Lo suyo es pura cabezonería.
Al fin se levanta, recoge sus cosas de la mesa, y se va. Es su hora de irse a casa. Escucho la puerta de salida cuando la cierra al salir, suave como él.
Puede que tenga razón, y yo lo sepa, pero me da igual. ¿Para qué ser como los demás si se puede ser Arwen Grey?



domingo, 4 de agosto de 2013

EL SECRETARIO 3: ARWEN ES DE TÉ, ALAIN ES DE CAFÉ...

Alain lleva un mes trabajando para mí. Llega todos los días a su hora, se va todos los días a su hora, pero tampoco protesta si tiene que quedarse más tiempo. Es el trabajador perfecto. Jamás protesta, al menos como lo haría un trabajador al uso, montando un pollo, esgrimiendo al sindicato y la carta de los derechos humanos. Ni siquiera se le nota que se sienta molesto cuando le ordeno cosas que no le gustan.
Casi nunca.
En esas pocas ocasiones le veo envararse ligeramente, achicar los ojos, solo un poco, fruncir los labios apenas perceptiblemente. Otros no lo notarían. Yo no lo hubiera notado hace un mes, pero ahora sí. Es casi lo único que sé de él.
Ni siquiera sé qué le gusta leer.
Otra cosa que sé es que no le gusta lo que yo escribo.
No lo dice, claro, pero le veo hacer todo lo que he dicho. No me molesta, no le pago para que le guste. Además, no me gusta que me hagan la pelota. Si me dijera que le encanta, desconfiaría. Casi prefiero que no le guste, porque es imparcial al sugerir cambios y correcciones. Y es bueno en su trabajo, ya lo he dicho.
-¿Te importa prepararme un té? Puedes tomarte uno si quieres.
Ahí está otra vez: envaramiento, achicamiento de ojos, fruncimiento de labios.
-No me gusta el té, prefiero el café.
Giro la cabeza, sin poder creerme sus palabras. ¿Realmente ha dicho algo... personal?
-Prepárate un café entonces -digo, incapaz de ocultar una sonrisa irónica.
-No, gracias.
Su respuesta no significa un no al café, sino un no a tomárselo conmigo. Eso me pasa por ser amable.
-Tráeme un té de todas formas.
Deja lo que tiene entre manos y me mira en silencio durante un par de segundos. Otro hubiera dicho que no le pago para eso, pero Alain no lo hace. Se levanta y me prepara un té, cómo  no. Me lo sirve como me gusta, con mucho limón y 3 de azúcar. Lo sabe sin que yo se lo haya dicho, como tantas otras cosas.
De pronto, ya no me apetece.

jueves, 1 de agosto de 2013

SOBRE PROYECTOS...

Para aquellos a los que les interese en qué ando metida y en lo que andaré en lo que queda de año, anuncio mediante este comunicado:
 
-La novela de Morgan y Alexandra (sí, tiene título, pero no lo voy a decir, ¡secreto!) ya está terminada y corregida, pero en principio no se publicará de primeras en Amazon, sino que haré un intento con las editoriales allá por septiembre. Como lo más probable es que me rechacen, ya os diré lo que hago con ella después de la pertinente espera.
 
-Ahora mismo estoy escribiendo una precuela de "Una fórmula para el amor", o cómo se conocieron Soline y George, los padres de Greg Madison (de los Madison de toda la vida). En principio no tengo planes de que sea una historia larga, sino más bien un relato largo. Va por el buen camino y, si no se tuercen las cosas, no creo que tarde demasiado en terminarla. No me gusta poner plazos, porque odio no cumplirlos después si las cosas no van bien, pero no me gustaría eternizarme con ellos, por mucho que los adore... Solo espero que los fans de Greg y Sienna no se sientan decepcionados.
 
-Los siguientes en la lista son Bryce Algernon (el inspector buenorro en persona, sí) y X... No esperaréis que os diga el nombre de la protagonista femenina jaja, dejadme guardar algo de misterio, por favor. Para mí va a ser un reto, porque hay  mucha gente esperando para leer esta historia, y no niego que yo también estoy deseando ponerme con ella. Bryce es uno de mis chicos favoritos y reencontrarme con algunos de los personajes de "Olvida el pasado" será divertido, y espero que para los lectores también.
 
-Si todavía sobrara tiempo... ¡quién sabe!
 
Nota mental: Alain, mi secretario, me mira de forma inescrutable, tal vez pensando que soy demasiado ambiciosa en mis planes. Yo creo que nunca se es demasiado ambiciosa en la vida.