Amor: me subí a trancas y barrancas a la silla de Godofredo de Bouillon, en el castillo de Sedán, porque, cuenta la leyenda, que si eres soltera casadera y pones tus lindas posaderas ahí, antes de fin de año te casas. Pues no, Alain no ha vuelto y ningún otro muchacho me ha ofrecido su carter... corazón. Quedan dos días, Alain Panphile. Te espero. En el fondo, eres mi único amor.
Trabajo: sigo haciendo placas para poder comer y pagarme los pinta labios rojos que tan bien me quedan. Dudo que la literatura pueda retirarme. Ah, y el champagne, por supuesto.
Vida social: prácticamente inexistente. Sigo esperando que Alain gato me responda un día para poder hablar con alguien. Eso sí, he viajado este año. Es una suerte, porque el año que viene va a estar jodido el asunto.
Arte literario: he publicado dos novelas en digital y dos en papel (que yo recuerde, que estas cosas se me dan muy fatal y ahora paso de mirarlo). Ninguna de las dos va muy allá, y es una pena, porque, sobre todo Escucha a tu corazón, es bastante buena, y no porque yo lo diga. No he ido a eventos ni los he echado de menos. Tampoco es que me hayan invitado a nada. Es lo que tiene no ser nadie en esto ni estar donde hay que estar ni hablar con quien hay que hablar.
Lo que he escrito: no he escrito comedia, ya no me sale. Creo que me he estropeado para ella. Aunque ideas tengo para cosas divertidas, ya veremos cuándo puedo materializarlas. Por ahora solo quiero matar y hacer sufrir mucho a mis adorados personajes. También me estoy haciendo especialista en malos de todo pelaje. Este año he acabado, al fin, Rultinia 2 y también he escrito una novela que dicen que puede colar como romántica. Lo de que puede colar ya dice bastante. Las dos son históricas. Ahora mismo trabajo en Rultinia 3.
Lo que vendrá: por ahora solo está confirmada Rultinia 2, más o menos a mediados de año, sobre mayo o junio. Es la historia del príncipe Peter y si llegará a ser rey o no. Para los que todavía creen que es idiota, más para mí.
Y eso es todo, creo. O igual no, porque todo es susceptible de cambios, incluso yo, que ahora soy castaña.