Siempre se dice que son más duros los preparativos que lo que vayas a hacer en sí... y si tanto se dice es porque es cierto. Y si no, que me lo digan a mí.
Disimular que llevas una vida normal y corriente mientras estás preparando el asalto a la vivienda de una de las autoras más famosas del país para rescatar a tu secretario, no es fácil. Y no es fácil porque ella me esperaba en cualquier momento, así que yo tenía que hacer una actuación digna de un Oscar a la mejor actriz para fingir que no estaba haciendo ningún preparativo.
En definitiva, ella me vigilaba, yo la vigilaba, y las dos nos mirábamos en la distancia como dos duelistas antes de enfrentarse a primera sangre.
Gracias a la colaboración de Lorito, conocía de primera mano la agenda de mi archi. Sabía a qué hora entraba, a qué hora salía e incluso a qué hora hacía popó. Yo le agradecía mucho que me diera tantos detalles, pero creo que ciertas cosas se las podría haber guardado.
-No entiendes que cualquier cosa puede ser importante a la hora de planear una estrategia de ataque -lo dijo como si fuera Rambo preparando un ataque a los amarillos. Francamente, empezaba a darme miedo.
-Vale, valeeee -respondí, no demasiado convencida de que saber su hora de ir al baño fuera a sernos de utilidad.
Tenía un enorme esquema, más o menos como los de las novelas, con todos los detalles de una semana de la vida de mi archi escritos. Yo sabía que, si lo estudiaba con atención, el momento me saltaría a los ojos cual gota de zumo cuando aprietas un limón.
Vi que hacía gimnasia, pilates y varios tipos de ejercicios distintos, lo que yo no veía que le sirviera de nada para mantener la forma... claro que era un secreto a voces que, en cuanto salía de allí, iba a cualquier pastelería para inflarse a bollos. Pensé que su hora de gimnasio era un buen momento...
-Ni hablar, a veces sale a media clase con la excusa de que le dan hipoglucemias. Se te presenta en casa para ver si te pilla vagueando o para... -se calló de pronto y palideció.
Carraspeé y respeté su silencio.
Seguí estudiando el esquema. Horas de estudio en la biblioteca. Imposible, seguro que se llevaba a Alain con ella... Compras cada día por la tarde.
-Usa a sus secretarios de porteadores -me leyó nuevamente Lorito el pensamiento.
Pensé y pensé. No había tiempo posible. Solo por la noche había horas suficientes, pero durante la noche, ¿no estaría Alain en su...? Prefería no pensarlo. Yo quería entrar en un momento en que ella no estuviera presente, a ser posible. No quería que hubiera heridos.
-Deja de darle vueltas -dijo Lorito con voz grave, interrumpiendo el ruido de los engranajes de mi cerebro-. Solo hay un momento posible y tú lo sabes...
Fruncí el ceño, mirando el esquema. Esperaba que cualquier otra situación se desvelara como por arte de magia, pero eso no iba a suceder, claro. Esas cosas no suceden en la vida real.
-De acuerdo. Será mejor que duermas bien esta noche, Lorito, porque lo haremos mañana. No tiene sentido esperar más.
Lo que no dije era que temía lo que podía encontrarme si esperaba más tiempo.
Y lo que nos vas a hacer sufrir hasta llegar al reencuentro, jodía... Y mientras, el pobre Alain sufriendo.
ResponderEliminarEl miércoles, tampoco es tantooooo
EliminarHola!
ResponderEliminarAnda, pero esa mujer... ¿Los secretarios del mundo acaso no saben de la predadora que es o qué? Y cuál momento es ese en que van a ir, cuando escribe?
Saludos!