miércoles, 4 de septiembre de 2013

EL SECRETARIO 12: SIN RASTRO

Después de la llamada de mi Archi, me quedé un poco patidifusa.
Reconozco que tras la primera reacción piiiiii no supe qué hacer. Pero luego mis neuronas empezaron a funcionar. Y algunas incluso generaron alguna idea aprovechable:
1) ¿Cómo sabía mi Archi lo que yo le había dicho a Alain? ¿Se lo había dicho él? ¿Si era así, como es que no sabía dónde estaba?
2) Si Alain no ha vuelto con ella, teniendo en cuenta que se supone que ella le había mandado, ¿dónde está Alain?
3) ¿Por qué narices me tengo que preocupar? ¡Ya es mayorcito!
4) Ay, madre, a ver si esta asquerosa me ha puesto micros en casa y escucha todo lo que digo... con la manía que yo tengo de hablar en voz alta y cagarme en ella.

Yo no quería preocuparme, pero es que no podía evitarlo.
¿Os ha pasado alguna vez eso de que te repites una y otra vez: olvídalo, olvídalo, olvíiiidaaaaloooo, y cuanto más lo piensas, menos olvidas? Pues eso es lo que me pasa a mí, que de pronto me volví paranoica.
Saqué la pila de currículums que me habían entregado el día que hice las entrevistas de trabajo y busqué el suyo. cuando leí los datos, me sorprendí de la numerosa de información que había dado acerca de la gran cantidad de puestos que había desempeñado, incluso vi ahí, camuflado entre siglas, que había currado para mi Archi. Después de todo, no me había mentido... del todo. Pero lo que sí no había era información personal: ni dirección, ni teléfono, ni nada aparte de un email que yo sabía que solo usaba para el trabajo. Recordé que nunca hablaba de su vida, de sus gustos ni de nada personal. Lo único que sabía de Alain Panphile, si es que realmente se llamaba así, era que le gustaba el café, que no le gustaban mis libros y... ¿y?
Me recosté en mi silla y apreté los labios. ¿Por qué no sabía nada de él? ¿Acaso era un agente de la CIA, estaba en el programa de protección de testigos? Creo que veo demasiado la tele, porque francamente empecé a obsesionarme con la idea de que algo muy malo estaba ocurriendo delante de mis narices y yo no me había enterado.
De pronto me vino a la memoria su mirada cuando pronunció mi nombre, aquella única vez. Había sido un grito de auxilio y yo no había sabido comprenderlo.
-¡Oh, mierda! -suspiré al darme cuenta de que no tenía más remedio que buscarle para preguntarle si necesitaba ayuda.
Aquello no había hecho más que empezar.

Nota mental: que conste que si le busco es para que me corrija el manuscrito de George y Soline y le ponga título, que esas cosas se me dan fatal...

2 comentarios:

  1. Ay ay ay ay ay... Me estás preocupando a mí también. ¿Dónde estará Alain?

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  2. Yo vivo sin vivir en mí... estará bien?? comerá todo lo que tiene en el plato?? se tomará la leche por la noche??
    Dónde me he dejado la pastillita, que creo que estoy algo fatal de lo mío??

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