El pobre no adivinó en ningún momento lo que se avecinaba, en el fondo era tan inocente, la criatura...
Estaba ahí, corrigiendo mientras canturreaba una canción de Lady Gaga y hasta movía el culete en la silla al ritmo de la diva. Era gracioso, pero no llevaba ni dos días aquí y ya me tenía la cabeza como un bombo.
Además, yo estaba convencida de que sabía algo y no quería decírmelo. Que yo lo entendía, en parte, pero cuando quieres saber algo y el que lo sabe no te lo quiere decir, pues como que no soportas verle cada día, canturreando y moviendo el culete.
-Oye, Lorito -le dije, llamándole simpática, decidida a saber la verdad-, cuéntame qué has hecho antes de llegar aquí, majete.
Le vi poner una cara de felicidad que ni que le hubieran dado entradas VIP para ir a ver a su ídola. Poco le faltó para achucharme y sacar las madejas y las agujas de tejer. En el fondo, todos tenemos una maruja cotilla en nuestro interior.
Se tiró como tres horas contándome con pelos y señales todo lo que había hecho hasta llegar a la silla en la que estaba sentado, aunque yo pude notar que hubo una parte oscura en su relato. Intuición de pelirroja. Había habido una jefa de la que no había hablado tanto como de las demás y había pasado casi de puntillas por esa parte, cosa rara en Lorito, que me había dicho de todo de todas y cada una de sus anteriores jefas.
-¡Qué vida tan interesante, chico! -exclamé-. Y dime, ¿cómo os enteráis de cuándo está un puesto vacante o de que alguien ha dejado el trabajo, por ejemplo?
No sé cómo no lo vio venir, pero ya digo que es un inocente (por no decir algo lelo).
-Por la BDAC, o sea, la Base de Datos de Autoras del Corazón. En cuanto alguien se entera de algo, tiene obligación de comunicarlo, cuando te despiden, cuando sufres un percance... Así es cómo todo el mundo se enteró de lo de Al... ¡¡¡¡ehhhhh!!!!
Vale, lo reconozco, tenía que haber disimulado un poco más, pero no pude evitarlo. Me lancé a su cuello. Le tenía contra el suelo, yo sentada sobre él, el pobre Lorito mirándome como si estuviera loca, y yo respirando sobre él como una maníaca. También es cierto que él era como el doble de grande que yo y hubiera podido quitárseme de encima de un soplido, pero estaba tan alucinado que solo podía mirarme con los ojos como platos.
-Habla, Lorito, quiero saberlo todo -dije entre los dientes apretados-. ¿Qué le ocurrió? Y sobre todo, dónde está, porque algo me dice que tú lo sabes...
Se puso blanco como el papel, tal vez porque yo sonreía y mi sonrisa no era demasiado amable.
Tras semanas de incertidumbre, al fin me enteré de lo que ocurría, no de todo, pero al menos de parte, y en cuanto encuentre a Alain, ahora que sé dónde buscarle, sabré el resto.
Y me las pagará por no habérmelo dicho desde el principio. El muy idiota...
Por dios el próximo que sea un encuentro con Alain y con beso y todo!!! ;)
ResponderEliminarCon beso??? Pero si a mí Alain no me gusta jaja
EliminarHala, nos dejas con la miel en los labios y tú te quedas tan ancha... ¡¡¡Queremos saber qué le ha pasado a Alainnnnnn!!!!
ResponderEliminarCuando nos veamos puede pasar cualquier cosa! !
EliminarEres una pilla!!! porqué no nos dices lo que pasa!
ResponderEliminarY hola!