viernes, 29 de julio de 2016

EL SECRETARIO 3-9 (2): TRAIDOR SE ESCRIBE CON F DE FRANCÉS

Alain consiguió que le soltara. Entre mofas y cuchufletas, entendí que allí no tenía aliados, ni siquiera él, así que decidí largarme.
¿Cómo se atrevía a mirarme con esa cara de corderito inocente y traicionado? Si esperaba a que yo hiciera un amago siquiera de que le conocía de algo, iba listo. ¡Ja! Incluso ¡JA!
Recorrí con la lengua el filo de mis dientes, notando el sabor de su sangre. Hasta para eso estaba bueno, el condenado.
Me detuve junto al espejo del vestíbulo (en esa casa había espejos por todas partes, lo cual me daba a entender que Moncho era un presumido enamorado de sí mismo de tomo y lomo, como había creído siempre), y dediqué unos minutos a adecentarme. O a intentarlo, al menos. Desistí con el pelo a los dos segundos. De todas formas, aquella no era yo.
La rabia daba un brillo especial a mis ojos, estaba claro.
De modo que ahí había estado todo el tiempo.
Seguro que estaba encantado. Por fin un jefe perfecto, que escribía bien, que no era un autor de género menor, que tenía prestigio, que seguro que no le metía mano en cuanto se agachaba a recoger un lápiz… Debía de estar en la gloria, el muy mamón.
En el fondo, casi lo entendía. Conmigo sufría un suplicio diario, entre lecturas y correcciones. Pero al menos podía haberlo dicho. Hablando se entiende la gente… hasta yo.

Bien, ya no era necesario que dijera nada.

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