viernes, 15 de julio de 2016

EL SECRETARIO 3-8 (2): CUANDO QUIERO SER BUENA, SOY LA MEJOR... PERO NO ME TIENTES

—Redundante. ¿Redundante? ¡Redundante!
Moncho reía y, como si se hubiera abierto la veda para ello, el resto de sus alumnos rieron también. Sentí como una de mis cejas se disparaban hacia arriba.
—Pues sí, redundante —machaqué—, y supongo que ni siquiera usted puede negarlo.
El Maestro hinchó su pecho, haciendo que las puntas del pañuelo de seda que llevaba al cuello salieran disparadas hacia arriba.
 —¿Cómo te atreves? ¿Qué sabrás tú, una estúpida autora de novelitas rosas?
Los alumnos pelotas dijeron «Uhhhhh» a coro, jaleando a su genial maestro, y me cabrearon.
Me levanté, y dediqué unos segundos a ordenar mi material de escritura. Cualquiera que me conozca a esas alturas habría salido pitando, pero el muy idiota no supo leer las señales de alarma y siguió burlándose con su coro de estúpidos detrás.
—Miradla, no es capaz de defender su género de catetas en bata, tan desesperadas por un hombre que tienen que inventarlo. —Que él, que iba vestido con un batín hablara de personas en bata, era cuanto menos irónico, pero callé—. Pobrecita, si da hasta pena. No hay más que ver el tipo de gente que hace ese tipo de cosas, que no son capaces de hacer nada mejor…
Inspiré con fuerza. Se estaba pasando, pero yo estaba decidida a ser buena persona, porque había leído en las normas que si me iba, perdía el dinero de la matrícula. Era mejor que me echara él. Y a ese paso, lo iba a conseguir sin decir una sola palabra.
—Pero lo peor de todo es esa pinta que lleva. ¿Habéis visto ese pelo?


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