No
sé si me quedé en estado de shock o si simplemente flipaba en colores, pero
cuando Alain me abrazó por detrás pegué un salto. Ni siquiera le había oído
entrar en la ratonera.
-Lo siento -murmuró a mi oído-. Creo
que leer tanta romántica me hizo pensar que las cosas podían ser de otra forma.
No
tuve más remedio que reírme. Alain a veces era tan… ¡¡monoooo!!
-No sé cómo pudiste
pensar que una fan de Alexia podría aceptarme.
Suspiró
contra mi pelo. Si había alguien para el que todo aquello era complicado, era él.
Decidí
ser magnánima y perdonarle. Al fin y al cabo, era lógico que quisiera que su
madre y su chica se llevaran bien.
-En el fondo eres un
romántico, mon petit chou -dije,
girándome para mirarle.
Alain
Panphile parecía cansado. Y un poco desesperado también. Pero sonrió ante mis
palabras, y sentí que sería capaz de cualquier cosa (o casi, tampoco nos
pasemos) para que me sonriera así cada día.
-Si quieres, podemos
irnos…
Negué
con la cabeza. Aquello era importante para él, y yo haría al menos el intento
de que todo fuera bien esos días. Que no fuera por no intentarlo al menos.
-No. Me tomaré como un
reto que tu madre me aprecie. Ya sabes que me encantan los retos.
Alain
no pareció demasiado convencido, tal vez porque notaba que yo tampoco lo estaba
del todo.
Enarcó
una ceja y me regaló una de sus sonrisas.
-¿Lo harás por mí? -preguntó en tono burlón.
-No, querido, es que
me va la marcha.
De
ese modo comenzó mi campaña por conquistar a Marie Panphile.
No
sería fácil, no sería agradable, ni siquiera estaba segura de conseguirlo, pero
merecía la pena intentarlo.
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