martes, 30 de julio de 2013

EL SECRETARIO 2: ALAIN, EL MANIPULADOR DE MENTES...


EL SECRETARIO 2

 

—Supongo que se da usted cuenta…

Cuando me mira así le temo. Lo hace directamente, sin disimulos, sin una sonrisa (casi nunca sonríe, de todas formas), sin suavizar un ápice sus palabras. ¿Para qué?

Suspiro. No sirve de nada intentar evitar el tema. Me lo va a soltar de todas formas. Decir que eso es lo que me gusta de Alain, sería mentir. No hay  nada que me guste de él, porque es sencillamente desagradable, pero trabaja bien, y para eso le contraté.

—Está usted… vagueando –la fingida vacilación solo sirve para enfatizar el efecto de la bomba.

No por primera vez siento deseos de mandarle de una patada en el trasero a ese bonito país del que vino, pero me contengo y enarco una ceja, fingiendo dignidad, y una serenidad que no siento, de paso. Me siento como si sonara la Pantoja en un restaurante italiano, anticlimática y extraña. ¿Tiene razón este repelente individuo?

—¿Vagueo, Alain? –pregunto, con un tono de voz que otros temerían.

Pero él no. Él es Alain Panphile, no se inmuta por nada.

Se acerca, como para soltar con más comodidad su discurso preparado. ¡Oh, sí! No dudéis ni por un segundo que lo ha preparado. Es tan organizado que incluso habrá tomado notas, las habrá corregido, lo habrá ensayado y habrá rectificado un par de veces cada posible fallo. Cuando suelte todo lo que tenga que decir, el efecto será devastador.

—¿Cuánto tiempo hace que no se pone a trabajar en condiciones? Se ha convertido en una persona desorganizada, que trabaja a ratos robados, cuando le dan ganas y a la buena de Dios –pronuncia la palabra Dios con un tono sibilante y una leve sonrisa que casi me asusta—. En definitiva… ¿dónde está su tan cacareada disciplina, señorita Grey?

Al escuchar el modo en que pronuncia mi nombre, siento deseos de tirarle lo primero que tengo a mano, pero es mi taza preferida, así que me contengo.

Maldito sea, tiene razón, pero no pienso decírselo.

Me recuesto en mi silla, entrecierro los ojos y aprieto los labios, sabiendo que parezco la bruja piruja.

—Lárgate de aquí, capullo estirado –murmuro entre dientes, tratando de contener la voz para que no me escuche.

Sé que me oye por el brillo de su mirada.

Se va tras agachar la cabeza a modo de saludo, serio otra vez, como siempre, sabiendo que ha ganado y que, en cuanto se largue, empezaré a trabajar. Por desgracia, no será para preparar los papeles de su despido. Ya he dicho que trabaja demasiado bien.

Espero que no lo sepa nunca, pero Alain provoca un extraño efecto en mí… Lo que está claro es que no me gusta.

Nota mental: NO ME GUSTA QUE ME MANIPULEN.

5 comentarios:

  1. Al menos ha provocado que te pusieras a trabajar jejeje ;)

    ResponderEliminar
  2. Alain me da un poco de miedo. ..que no se entere... A saber lo que puede conseguir de mi jaja

    ResponderEliminar
  3. Mientras vagueas vives...Queen.

    ResponderEliminar
  4. Hola!
    Anda ya, que te has puesto de personaje, eso es muy... ¿divertido posiblemente problemático? de tu parte. Se me hace que ese Alain, cuando habló de Dios... deja a una mythfreak inventar que es un muso disfrazado, por favor.
    Sigo!

    ResponderEliminar

Todos los comentarios del blog están moderados. Recuerda que la paciencia es una virtud.