miércoles, 2 de julio de 2014

EL SECRETARIO (NI IDEA DE CUÁNTAS VAN): LA HORA DE LA VERDAD

Yo soy buena actriz. 
Cuando me doy un golpe en una rodilla, respiro hondo y solo grito, maldigo y lloro a solas, como las chicas duras de verdad. 
Cuando me depilo, tatúo, tiño el pelo... no me quejo, soy una dama. Para estar bellas, hay que sufrir.
Pero si hay algo para lo que no tengo disimulo ninguno, y es que por algo soy vasca, pero vasca vasca, vasca del norte, es para los cabreos. Para eso tengo lo que yo llamo 2 velocidades:
1) El tapón de champán: reviento de golpe, y de golpe suelto toda la espuma. Pero quedan las burbujas, durante tiempo y tiempo. 
2) De ebullición lenta: al principio sonrío. Me doy la vuelta y sigo sonriendo. Nunca sabes cuándo llegará el golpe, pero llegará, tú tranquilo. Soy una persona paciente. Para mí no hay golpe sin respuesta, ni traición sin repercusión. Es la ley de causa y efecto. Si  me la haces me la pagas, antes o después.
Fue así como, al llegar a casa después de ese agridulce viaje a París, me encontré mi casa destrozada, a Lorito con una resaca de lo que parecían siglos de vino de tetrabrik, y a un par de secretarios que ocultaron sus rostros y sus nacionalidades para preservar sus identidades, no fuera a ser que alguien (sus jefas) se enterase de que estaban de pingoneo en lugar de trabajando como esclavos. 
En esta ocasión, mi cabreo fue de tipo 1. Mi botella de champán reventó de tal forma que la espuma arrasó todo lo que había a su paso. Los secretarios salieron corriendo jurando haber visto al chupacabras. Lorito estaba tan mal que ni se enteró, así que decidí esperar a que al menos estuviera consciente para escuchar mis gritos.
Como allí no podíamos quedarnos, arrastré a Alain hasta lo que era su guarida cuando trabajaba para mí, antes de que viviéramos juntos. Yo debería estar enfadada de que mantuviera su cubil, pero prefería no aumentar sus culpas, que bastantes tenía ya. 
Durante dos días, me dediqué con placer malsano a incubar mi cabreo de tipo 2, hasta que Alain se plantó delante de mí, con su sempiterno fruncir de labios, sus ojos entrecerrados y un aire ofendido que acabó de cabrearme.
-No voy a fingir que no sé qué te pasa -dijo, con su mejor voz de secretario sabihondo y repelente.
Se la estaba ganando y no sabía lo cerca que estaba de salir de allí de una patada en el culo.
-Igual he tardado demasiado en decírtelo...
Bufé y mascullé unas palabras en euskera que el fingió no entender, porque no había que hablar euskera para entenderlas, eran de ese tipo de palabras que se entienden en cualquier idioma.
-Había preparado un discurso, pero sé cuánto te molestan, así que te lo diré todo en tres frases o, mejor dicho, en tres preguntas.
-¡Qué considerado!
-Fingiré no haberte visto sacándome la lengua -dijo, sin poder evitar una sonrisa.
-Dilo ya o lárgate.
-De acuerdo. Ahí va la primera pregunta: ¿Has pensado en nuestra vida dentro de, digamos, cinco años?
Yo no había pensado en nuestra vida ni dentro de cinco días, así que apreté los dientes, por hacerme pensar. Pero no me dio tiempo de hacerlo, porque a los pocos segundos lanzó la segunda.
-Si seguimos juntos dentro de cinco años, ¿crees que estaremos solos?
¿Solos nosotros dos o solos con Lorito? Era incapaz de pensar más allá. Me estaba asustando de veras. Nuevamente, otra pregunta cortó mi cadena de pensamientos.
-Siendo mi madre como es, ¿crees que me aguantarás cinco años, o los que sean, a tu lado? Ya sabes que algunas cosas se heredan -sonreía, pero se le veía nervioso.
Traté de imitar su gesto, frunciendo los labios y entrecerrando los ojos, pero no me salía ni la mitad de bien que a él. Además, la sonrisa de boba me impedía mantenerme así mucho tiempo. Ese estúpido francés había pensado por una fracción de segundo que estaba enfadada con él por culpa de su madre. De acuerdo, era algo... poco simpática... pero tampoco era para exagerar. Aunque era mejor mantenerla en la distancia.
En cuanto a Alain. ¿5 años? ¡Qué paciencia hay que tener con los secretarios! Palmeé el sofá a mi lado y, cuando se sentó, le respondí sin palabras.

3 comentarios:

  1. NOO!?! Wuuuju!!! :D
    Eso de compañía dentro de 5 años quiere decir hijos?
    Eso sería más que excelente!!!!!!

    ResponderEliminar
  2. Hijos nooooo. Primero tendremos que aguantarnos 5 años y luego ya veremos jajaja

    ResponderEliminar
  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar

Todos los comentarios del blog están moderados. Recuerda que la paciencia es una virtud.