Bien, pues digamos que ya está. Parte del trabajo, la parte que más me gusta, está hecha. O sea, escribir.
Ahora toca el trabajo duro de verdad: leer, releer, tratar de hacerlo con objetividad, limar, relimar, aceptar lo que los demás creen que debes cambiar, rezar para que no sea demasiado y... ponerse a ello de cabeza.
No es un secreto que corregir no me gusta. A otros les encanta, pero a mí no, básicamente porque nunca estoy al 100% satisfecha del resultado y siempre termino sacrificando algo que me gusta para mejorar, porque sé a ciencia cierta que está mejor fuera.
En definitiva, en unas semanas, tal vez menos, la historia de Alain, a la que todavía no sé qué título poner (eso siempre se le ha dado mejor a él), estará en la calle, bajo la intemperie. ¿Gustará? En serio digo que es lo de menos para mí. ¡¡Lo bien que lo he pasado no me lo quita nadie!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Todos los comentarios del blog están moderados. Recuerda que la paciencia es una virtud.